León siempre me pillaba en medio, desde pequeño he viajado mucho a Galicia y a Asturias, y se me hacía interminable esta provincia. A veces intentaba imaginar qué lugares de interés podría tener.
Hace poco me enteré de que en un pueblecito cercano a la capital leonesa, Hospital de Órbigo, se celebraba una Justa Medieval.
Salimos el viernes a media tarde en nuestra furgoneta camper hacia la ciudad de León.
En la hoja de ruta sólo habían tres puntos a recorrer por tierras de León: el barrio Húmedo de León para cenar y tomar algo el viernes, la Justa de Hospital y la Cueva de Valporquero
, recomendada por una trotamundos impenitente que la comparaba con las del Drac en Mallorca.

«SanMartínPlaza» de Arturo Castro from León, España – barrio Humedo. Disponible vía Wikimedia Commons –

Cueva de Valporquero. Por tierras de León. Autor: LuMag00 from Madison, USA
sencillas de circular, pero según uno se va acercando empieza la belleza de roca y agua. Gargantas con carreteras bordeadas de gente con arneses y neoprenos nos avisan de lo especial del lugar, de las vistas tan escarpadas y salvajes. La subida a Valporquero se ralentiza en una serpenteante carretera casi de montaña, pero a cada curva el paisaje se va abriendo en perspectiva y la sensación espacial es preciosa. Ya en el parking suena agua cayendo, uno levanta la vista y encuentra agua cayendo en cascada de una piedra enorme encima de un promontorio ¿un milagro de la naturaleza?

Cueva de Valporquero. Por tierras de León. Autor: César Acebal, La Felguera, Spain

Hospital de Órbigo. Por tierras de León. Fuente:Wikimedia Commons
Hospital de Órbigo es un pueblecito con un puente milenario sobre el río Órbigo en el que hace más de quinientos años se realizó una Justa llamada el Paso Honroso. Suero de Quiñones se propuso retar a todo caballero que se pasara por allí para mostrar su valor a una dama. Se propuso romper 300 lanzas y, según cuenta la leyenda, lo consiguió. Ahora se rememora esta hazaña bajo el mismo puente en un enclave que destila historia con caballos, gentes ataviadas con túnicas de época y juegos para pequeños y mayores. El punto álgido llega a última hora del sábado y del domingo cuando la lucha a caballo con lanza, espada, hacha y demás armas acaparan la mirada de todos los presentes.
La aglomeración en el césped para ver la Justa era tal que decidimos salir antes de tiempo para no entrar en el colapso de esa marabunta abandonando el lugar. El camino de vuelta siempre es más silencioso que el de ida y en el ambiente quedaba un gusto a lugar de paso en el que nos quedamos quizá un poco más de la cuenta.
Raúl Padilla
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